This is Hollywood

Mis homenajes al Real Zaragoza y El Padrino me han obligado a posponer mi artículo sobre una de mis series favoritas en los últimos años, que precisamente terminé de ver la pasada semana tras ocho temporadas. Se trata de Entourage, una historia de un chaval de Queens que de la noche a la mañana se convierte en una gran estrella de Hollywood tras protagonizar uno de los grandes taquillazos del año. 

Este joven actor, llamado Vincent Chase, deja su Nueva York natal y se traslada a Los Angeles con sus tres amigos de la infancia: Eric, la persona con más sentido común del grupo, Tortuga, posiblemente el más sociable de todos ellos, y Drama, un actor fracasado cuyos días de gloria ya pasaron y que además es el hermano mayor de Vincent. Los cuatro viven a partir de ese momento aventuras de lo más surrealistas entre mansiones, alcohol, drogas, mujeres espectaculares y fiestas con celebridades como Jessica Alba, Mandy Moore, Scarlett Johansson, Larry David, Amanda Peet, Lamar Odom, LeBron James, Martin Scorsese, James Cameron, Aaron Sorkin, David Schwimmer, Bono, Matt Damon o Jaime-Lynn Sigler, que no dudaron en hacer sus respectivos cameos

El séquito lo completa el mejor personaje de la serie: Ari Gold. Se trata del representante de Vincet, un agente agresivo que no hace más que lanzar comentarios machistas, homófobos y racistas a sus empleados u otros compañeros de profesión. Precisamente su ayudante personal es un chino gay llamado Lloyd, al que quiere y detesta en partes iguales. Las conversaciones entre ambos son de lo más graciosas. 

Y es Ari Gold el que nos muestra todos los entresijos de la industria de cine: promesas, engaños, las relaciones con la prensa, los caprichos de las estrellas, las negociaciones, el poder de las productoras o las manías de algunos directores. Un mundo al que todos hemos soñado pertenecer en alguna ocasión frente a nuestros ojos. Una serie sobre Hollywood, una serie sobre la fama y sus consecuencias.

Una obra maestra que no podrá rechazar

Desde que el jueves pasado me enteré de que El Padrino cumplía cuarenta años, tenía claro que mi siguiente artículo sobre el séptimo arte sería un pequeño homenaje a la que para mí es la mejor película de la historia del cine. Aún recuerdo la tarde en la que descubrí esta obra maestra. Por aquel entonces estudiaba en Pamplona, donde eran habituales las tardes en las que un videoclub de los de antes, en los que el propietario tenía una gran colección y conocimientos más que suficientes para hacer recomendaciones, se convertía en el centro de todas nuestras discusiones. Pero aquel día no teníamos duda alguna, deseábamos adentrarnos en el mundo de la mafia y qué mejor que El Padrino y Uno de los Nuestros para saciar nuestro apetito. Más de seis horas frente a la televisión para soñar aquella noche con ser Michael Corleone o Henry Hill.

Lo que la mayoría de la gente no sabe es que El Padrino se pudo quedar en nada en más de una ocasión. En primer lugar, el borrador de la novela de Mario Puzo fue rechazado hasta por ocho editoriales. Y ya en el rodaje de la película, Francis Ford Coppola tuvo que mostrarse firme en sus decisiones y hacer frente a las exigencias de la productora. El pensamiento generalizado del directo y el reparto era que en cualquier momento podían ser despedidos.

Gracias a esa tenacidad de Coppola es posible relacionar el apellido Corleone con Marlon Brando, Al Pacino o Robert De Niro. Paramount llegó a decir que Brando nunca saldría en esta película, frase incluida posteriormente en la obra, pero finalmente, ante la insistencia del director, que únicamente contemplaba esa posibilidad para el papel de Don Vito, la productora aceptó que hiciera una prueba de cámara gratis depositando una fianza para evitar los retrasos del actor.

Al Pacino tampoco lo tuvo nada fácil. Al estudio no les gustó su prueba para interpretar a Michael porque les parecía un poco soso, al contrario que a Diane Keaton (Kay) o Marcia Lucas, la mujer de George Lucas, que era la encargada de editar las pruebas. “Escoge a Al Pacino porque te desnuda con la mirada”, le recomendó a un Coppola que tampoco tenía muchas dudas de que ésa era la opción adecuada. Al Pacino se hizo con el papel, pero el estudio siguió presionando hasta el punto de que el director le tuvo que pedir a James Caan (Sonny) que hiciera una prueba de cámara para Michael por si acaso. Anteriormente, Robert De Niro se presentó en el estudio para interpretar a Sonny y aunque no gustó tanto como Caan, sí que cautivó lo suficiente a Coppola como para que pensara en él para interpretar a Vito de joven en la segunda parte.

Volviendo a los problemas de Al Pacino para convencer al estudio, se resolvieron en el momento en el que rodaron la escena en la que Michael asesina a Sollozzo y al capitán de policía Mark McCluskey, uno de los momentos clave de la obra. Les convenció su forma de disparar, mostrando esa frialdad que requería el personaje.

Ésta no es la única escena que ha quedado para la historia: el discurso de Bonasera con Don Vito acariciando un gato entre sus brazos, la cabeza de caballo entre las sábanas –en el libro aparece enfrente de Woltz-, el intento de asesinato del Don, la tensión que se mastica en el hospital, el tiroteo en el peaje –basado en Bonnie and Clyde y en el que se utilizaron 147 petardos-, el montaje de la venganza de los Corleone o el instante final en el que se ve a través de la puerta que Michael es el nuevo Don son momentos que siempre permanecerán grabados en la memoria de cualquier cinéfilo.

El Padrino mostró por primera vez el mundo de la mafia desde dentro, desde la familia. Y en esa idea familiar encaja perfectamente que Coppola intentara recrear ese ambiente con reuniones, ensayos o comidas y que incluso contratara a su padre Carmine para ayudar a Nino Rota con la banda sonora –no hace falta decir que es espectacular- y a su hermana Talia Shire para interpretar el papel de Connie. Hasta su hija Sofía, que sólo contaba con unos meses de vida por aquel entonces y que posteriormente daría vida a la hija de Michael en la tercera entrega, aparece en la obra.

La película fue rodada principalmente en exteriores, a pesar de que la productora deseaba que fuera en plató. También quería que la historia se desarrollara en los años setenta y en Kansas City, pero Coppola se mantuvo fiel a la novela, que sitúa la acción en la década de los cuarenta y en Nueva York. De hecho, a pesar de la existencia de un guión, el director siempre llevaba encima su libro de notas: la obra original con indicaciones en los márgenes. Y por ese mismo motivo también insistió en el que título completo fuera El Padrino de Mario Puzo.

No quiero terminar este artículo sin destacar la gran actuación de Robert Duvall como Consigliere de la familia Corleone, así como las sombras y la oscuridad en las que se desenvuelve la película. De esta manera se logró que nunca se vieran los ojos de Don Vito con la intención de que el espectador nunca llegara a saber que estaba pensando. Infinidad de virtudes que convierten a El Padrino en una obra maestra que no podrá rechazar.



(Título: El Padrino; Director: Francis Ford Coppola; Reparto: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton, John Cazale, Talia Shire, Richard Castellano, Sterling Hayden, Gianni Russo, Rudy Bond, John Marley, Richard Conte, Al Lettieri, Abe Vigoda, Franco Cinti y Lenny Montana; Género: Mafia; Premios: tres Oscar en 1973—mejor película, actor principal [Marlon Brando] y guión adaptado— y otras ocho nominaciones —director, actor de reparto [Al Pacino, Robert Duvall y James Caan], banda sonora, diseño de vestuario, sonido y montaje—, cinco Globos de Oro —mejor película de drama, director, actor principal, banda sonora y guión— y un BAFTA a la mejor música original; Valoración: 10)

Ochenta años de un sentimiento

Lerín, Juanito Ruiz, Olivares, Rosendo Hernández, Gonzalvo II, Vallés, Belló, Bernard, Torres, Chaves, Alustiza, Domingo, Seminario, Murillo, Yarza, Reija, Santamaría, Sigi, Isasi, País, Violeta, Villa, Santos, Marcelino, Canario, Lapetra, Bustillo, Planas II, Ocampos, Arrúa, Diarte, García Castany, Jordao, Pichi Alonso, Víctor Muñoz, Vitaller, Barbas, Valdano, Amarilla, Pedro Herrera, Güerri, Señor, Villarroya, Rubén Sosa, Juliá, Chilavert, Pardeza, Cedrún, Belsué, Higuera, Poyet, Solana, Aguado, Brehme, Cáceres, Aragón, Nayim, Esnáider, Cafú, Morientes, Gustavo López, Kily González, Acuña, Milosevic, Juanele, Garitano, Dani, Láinez, Galletti, Cani, Gaby Milito, Savio, David Villa, Sergio García, Diego Milito, Zapater, Aimar, Piqué, Ander Herrera y Roberto. 

Ochenta jugadores, uno por cada año de vida. Ochenta motivos para sentirnos orgullos de nuestra historia, de Torrero y La Romareda, de los nueves títulos que adornan nuestra vitrinas, de los Alifantes, los Magníficos, las Zaraguayos y los Héroes de París, de ser uno de los seis equipos españoles que ha conquistado Europa, de nuestro escudo, de tener el récord de finales de Copa consecutivas (4) juntos al Real Madrid, el Barcelona y el Athletic, de los 25 jugadores que hemos aportado a la Selección, entre los que se encuentran su máximo goleador histórico, el autor del gol que le dio a España su primera Eurocopa y el que culminó la gesta del 12-1 a Malta, de ser el último equipo que le ha metido seis goles al Barcelona y el único que en una misma edición de la Copa ha eliminado al club catalán, al Atlético y el Real Madrid, de ser un ejemplo de buen fútbol durante muchos años y de protagonizar el mayor desplazamiento de una afición en un partido de Liga. Ochenta razones para volver a ser grandes. El Real Zaragoza cumple hoy ochenta años. Muchas felicidades a todos los zaragocistas y que cumpla muchos más.

Los Magníficos: Yarza, Cortizo, Santamaría, Reija, Isasi, Pepín, Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra.


Los Zaraguayos: Irastuza, Rico, Manolo González, Violeta, Duñabeitia, Royo, Rubial, García Castany, Ocampos, Arrúa y Soto.


Los Héroes de París: Cáceres, Poyet, Cedrún, Solana, Nayim, Aguado, Esnáider, Higuera, Belsué, Aragón y Pardeza.

Starlight (Muse)

Starlight pertenece al quinto álbum de Muse, lanzado en verano de 2006 y cuyo título, Black Holes and Reveltations, es parte de la letra de esta canción. El tema es especialmente conocido por sus primeras notas, una melodía sencilla y pegadiza a golpe de piano. El grupo está formado por Matthew Bellamy -compositor, cantante, guitarra y piano-, Dominic Howard -batería- y Christopher Wolstenholme -bajo, teclados y coros-. Este último señaló que se trata de "una canción de amor sobre alguien ausente, un familiar, un amigo, alguien al que amas".

La primera estrofa y el videoclip de Starlight son producto de las circunstancias que rodeaban a Bellamy cuando comenzó a componer el tema: "Habíamos alquilado un barco para ir de pesca, pero el tiempo era horrible y todos nos pusimos enfermos. Una vez que ya nos encontrábamos en nuestro patético motel, sin televisión ni nada, estaba tan aburrido que empecé a escribir el inicio de la canción. No sé si tuvo que ver con la embarcación, el tiempo o el mareo, pero el tema resultó ser muy optimista".

El Athletic de los sueños

Voy directamente al grano: tengo envidia sana del Athletic. Salvando los pequeños matices y diferencias, en esencia me recuerda a aquel Real Zaragoza que se proclamó campeón de la Recopa en París. Esa esencia de equipo histórico e importante que le quita protagonismo a los más grandes con un fútbol espectacular y gestas propias de los sueños. Y fue precisamente en Old Trafford, el teatro de los sueños, donde el Athletic hizo realidad los suyos y maravilló a media Europa con un equipo cuya media de edad es de 23 años. 

Fue la confirmación de lo que muchos ya sabíamos, que el Athletic es el mejor equipo español de aquellos que denominamos terrenales, es decir, de aquellos que no sean Madrid y Barcelona. Ni siquiera el Valencia o el Atlético tienen su potencial, ni en juego ni en plantilla. Lo que hoy es un hándicap mañana puede ser una bendición. Al Athletic se le han escapado muchos puntos por esa falta de experiencia, pero es imposible poner límites a este equipo en el futuro, siempre y cuando no se desprenda de la mayoría de sus jugadores clave ni de Bielsa, ese loco que encontró en el fútbol su mejor terapia. 

Reconozco que el Athletic es uno de esos equipos que nunca me ha caído bien por varios motivos: mezclar política con fútbol, la ideología nacionalista que mostraron la gran mayoría de sus aficionados cuando silbaron el himno español en Mestalla, el tipo de fútbol que practicaban hasta no hace mucho o esa idea de cantera que venden y que es falsa. Me explico en relación a esto último: nunca criticaré que fichen jugadores navarros, riojanos o franceses, pero que no nos hagan creer que se trata de canteranos y, además, de Vizcaya o el País Vasco. Pero aún así, este año me han conquistado con su juego. Es de los pocos equipos a los que me gusta ver por televisión si no juegan el Real Zaragoza, España o los grandes y contra el Manchester no dudé en cantar y celebrar sus goles, ya que mi deseo es que el Athletic pase la eliminatoria. 

También hay que decir que en ese deseo y en esa simpatía que empieza a crecer dentro de mí tiene mucho que ver Ander Herrera. Es uno de los nuestros –entiéndase familia zaragocista- y como persona es un fenómeno, incluso mucho más que como futbolista y eso es mucho decir. Se vio obligado a abandonar el Real Zaragoza para que Agapito pudiera pagar las fichas de la plantilla con el dinero de su traspaso a pesar de ser nuestro Iniesta –salvando las distancias- y con lágrimas en los ojos se despidió de la afición que le vio crecer, de la que siempre será su afición, y por ello siempre le desearé lo mejor a nivel personal y profesional. 

Evidentemente se marchó al otro club de su corazón, el Athletic de Bilbao, ciudad de donde es su familia y en la que nació a pesar de pasar prácticamente toda su vida en Zaragoza. Allí, en San Mamés, se ha juntado con los Muniain, Javi Martínez, Iraola, Llorente, De Marcos, San José, Susaeta, Iturraspe o Aurtenetxe. Juventud y calidad a raudales para hacer realidad los sueños de los leones.

¿Truco o trato?

No me he vuelto loco. Sé perfectamente que nos encontramos a 6 de marzo y que Halloween queda bastante lejos, pero es que hoy el malvado que atormenta a todos los zaragocistas desde hace cinco años ha llamado a nuestra puerta. Nos asegura que pone a la venta sus acciones del Real Zaragoza, una noticia llena de esperanza pero que no deja de venir de aquel al que llamamos el señor del engaño. ¿Se tratará de su enésimo truco para mantenerse al frente del club o realmente es el primer paso hacia su salida? 

Una cosa es segura: no es lo mismo poner en venta que vender y por ahora no hay un precio de partida, al igual que tampoco sabemos si realmente hay un comprador. Por tanto, aunque tengamos más motivos que ayer para ser optimistas, no nos queda otra que ser cautelosos y desconfiar. Y, por supuesto, esta noticia no debe significar el fin de las protestas contra Agapito. Deben proseguir hasta que realmente haya abandonado el Real Zaragoza, no vaya a ser que esté ganando tiempo o se lo piense dos veces y este comunicado se convierta en otra de sus bromas pesadas, en una travesura para dejarnos con la miel en los labios.

El sueño de Abraham

Un sueño. Así ha definido Abraham todo lo que ha vivido hoy en La Romareda: victoria sufrida, en el último segundo y gracias a un gol suyo. Un tanto que permite soñar al zaragocismo con el milagro de todos los milagros. Es difícil, muy difícil, pero la esperanza en lo último que se pierde y ya saben el dicho: Zaragoza nunca se rinde. Va en los genes de un club al que un indeseable se empeña en destruir. Y a pesar de haber hecho mucho daño en muy poco tiempo, estoy seguro de que no lo conseguirá mientras sigamos alzándonos por un futuro mejor, mientras sigamos teniendo presente nuestra historia y luchemos por recuperarla. Agapito será el propietario en los papeles, pero nunca en el sentimiento. Sus ‘proezas’ le han llevado a ser el enemigo eterno del zaragocismo. Sentimos vergüenza de él, tanta como la que sintió Manolo Jiménez tras el partido de Málaga, un señor que declarándose sevillista ha demostrado tener más respeto por el Real Zaragoza en dos meses que el soriano en cinco años y pico. Es el clavo ardiendo al que se agarran jugadores y afición, la dignidad dentro de la mediocridad, la motivación que impide bajar los brazos y obliga a luchar hasta el final en busca, como hoy, de un estallido de rabia, una explosión de alegría, un grito de esperanza. Pero que el ruido no te haga despertar, Abraham. Necesitamos que sigas soñando por todos nosotros, por aquellos que desde hace cinco años estamos instalados en una pesadilla cada día más oscura y sombría.