Vayámonos de Copas

Desde 1983, año de mi nacimiento, el Real Zaragoza es el segundo equipo de España que más Copas ha ganado, sólo por detrás del Barcelona y empatado con el Atlético, ambos con cuatro títulos. Así que no me hacen falta gestas como la del Mirandés para reconocer la grandeza de una competición que ayer quedó dignificada por Pablo Infante y compañía, pero quiero aprovechar el tirón para resaltar la magia de un torneo en el que los más humildes pueden destruir galaxias o los más grandes se enfrentan entre sí como si del único título se tratara.

Siempre he dicho que desde que nací estaba predestinado a ser un gran aficionado al fútbol, ya que el 26 de marzo de 1983 tuvo lugar un clásico que impedí ver a todo aquel que atendió a mi madre en el parto. Además, ese mismo año, La Romareda acogió la final de Copa, que la disputaban nada más y nada menos que el Real Madrid y el Barcelona. Y desde estonces esta competición ha dejado en mi memoria recuerdos imborrables: el pésimo arbitraje de Urío Velázquez en la final de 1993, el penalti que transformó Higuera un año después al grito de este año sí, la final entre el Deportivo y el Valencia suspendida por una granizada, ese córner botado por Pantic que supuso el doblete del Atlético, las gestas del Numancia, el Figueres o el Mirandés, el Centenariazo, el Alcorconazo y el Galacticazo, la picardía de Tamudo ante su amigo Toni, Aguado elevándose más alto que cualquier defensa del Celta, ese golazo con sombrero incluido de Mendieta, los cuatro goles de Diego Milito al Real Madrid y el amago de remontada de estos últimos, las calles de la capital de España llenas de zaragocistas o el mismísimo trofeo arrollado por el autobús del conjunto blanco.

Grandes momentos que han sobrevivido al obsoleto formato de Copa existente en España. Siempre he dicho que nuestro espejo debería ser el modelo inglés: eliminatorias a un solo partido en casa del equipo de menor categoría. Así se liberaría el calendario, los partidos ganarían en espectacularidad y las sorpresas se multiplicarían, dando más opciones a los equipos humildes, que a su vez se garantizarían el presupuesto de toda una temporada con el dinero recaudado en taquilla. Pero hasta que impere el sentido común en la Federación y esto se haga realidad deberemos conformarnos con lo que tenemos, que es mucho: gestas como la del Mirandés y eliminatorias entre dos grandes del fútbol mundial como el Real Madrid y el Barcelona. Vayámonos de copas, brindemos por ello y celebrémoslo.

The dark and horrible raining

Días antes de que comenzara la Navidad me encontraba en la búsqueda de una nueva serie que devorar asiduamente y de repente me acordé de una de las recomendaciones de uno de mis compañeros: The Killing. Esta historia se centra en la investigación del asesinato de una joven desde el punto de vista de la policía, de la familia de la víctima y de un concejal candidato a la alcaldía que se ve envuelto en este horrible crimen.

Todo ello rodeado de una densa atmósfera, en medio de una oscura y lluviosa Seattle, dotando de mayor dramatismo a una historia que exhibe una constante sensación de terror. Y ese horror no viene dado por la ejecución del crimen o por escenas que te ponen los pelos de punta o te levantan del asiento con un susto, sino por las consecuencias de un asesinato, que destruye las vidas de varios protagonistas y hace peligrar las de otros muchos.

The Killing logra mantener en vilo al espectador sin persecuciones espectaculares o tiroteos que llenan de sonido, balas y sangre el salón de nuestras casas. Sus virtudes son los diálogos y la intriga, marcada por los secretos de los personajes, lo que multiplica el número de sospechosos en la serie y en la cabeza de cada uno. Una historia fría y lenta, en la que cada capítulo corresponde a un solo día y en la que los detalles se van descubriendo poco a poco; y a pesar de ello no hay lugar para el aburrimiento y sí un impulso de no esperar ni un minuto a ver el siguiente capítulo. Todo ello con la nominada en 2011 al Globo de Oro a la mejor actriz en serie dramática Mireille Enos, brillante en medio de tanta lluvia, horror y oscuridad para intentar dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Quién mató a Rosie Larsen?

Pesadilla Sport Club

La crisis se ha convertido desde hace meses en la excusa perfecta de la mala gestión. Es cierto que muchos negocios se han venido abajo y han quebrado por la situación económica que atravesamos, pequeños negocios que han perdido su clientela o cuya inversión anterior a 2008 nunca ha sido recuperada. Pero ése no es el caso del Dream Sport Club.

Desde el viernes pasado ha cerrado sus puertas, entre otras cosas porque les han cortado la luz. Una de las muchas cosas que no debían pagar, como a sus empleados, que en los últimos meses se armaron de paciencia y tuvieron el detalle, a pesar de no cobrar, de seguir acudiendo al gimnasio para impartir sus clases. A ellos sí les importaban los clientes, a los propietarios parece ser que no.

Realmente no sé ni cuántos socios eran ni si tenían otros negocios ni si habían logrado vender el gimnasio a otras personas, lo único que sé es que desde hace mucho tiempo no renuevan el material –no hay inversión- y han ido disminuyendo las clases –menos dinero en sueldos-, todo ello subiendo los precios –más ingresos- sin que su clientela haya disminuido.

Y a pesar de esa fidelidad, muchos de sus clientes que ya han pagados los próximos dos, cinco o nueve meses tienen que soportar con impotencia que no les devuelvan ese dinero. Yo, al pagar mes a mes, he podido devolver el último recibo, por lo que expreso mi total solidaridad con todos aquellos que nos han tenido esa misma suerte y con todos aquellos empleados que se han quedado sin trabajo, a los que muestro mi total agradecimiento por el trato recibido. Y es que el Dream Sport Club se ha convertido en una auténtica pesadilla para todos ellos.

La triste alegría del éxito

¿Cómo es posible que la alegría que otorga el éxito quede empañada al instante por una ligera tristeza? Es tan fácil como pensar en el pasado, en otra realidad presente o en el futuro. O en todo ello a la vez. Sólo hace falta poner como ejemplo el fin de semana que nos han dejado el Mann Filter, el Real Zaragoza y el CAI.

Las chicas del baloncesto femenino lograron la hazaña de ganar al actual campeón de Europa, el Perfumerías Avenida, y segundo clasificado en la Liga, con una sola derrota ante el Ros Casares. Y lo hicieron con la valentía de las heroínas y una entrega cuyos cimientos radican en la ilusión de unas deportistas que no se ponen límites. Una gesta que les sitúa en tercera posición, un puesto que hace una jornada les hubiera valido para disputar la Copa. Y ahí radica la tristeza, que pese a sus méritos, se quedaron fuera por el maldito basket-average. Un pasado que ya no se puede cambiar.

Algo parecido sucedía con el CAI. El jueves se alejó de la Copa tras caer frente al Bilbao, pero hoy, lejos de venirse abajo, los jugadores se han levantado y han ganado de 23 puntos al Joventut, completando uno de sus mejores encuentros de la temporada. Importante el triunfo e importante esa gran diferencia de puntos por el basket-average, ya que así llega a la última jornada de la primera vuelta dependiendo de sí mismo, lo que le permite cambiar ese triste pasado. El problema radica en que el próximo partido es en el Palau y prácticamente sólo vale la victoria. Y encima es posible que reaparezca Navarro. Difícil, muy difícil, aunque no imposible.

Y vayamos al Real Zaragoza, donde las alegrías brillan por su ausencia salvo en casos aislado como el de ayer. La manifestación contra Agapito fue un éxito, la agapitada en el minuto 32 de partido resonó por toda España e incluso el equipo mostró una imagen diferente a los últimos encuentros. ¡Pero que poco dura la alegría en casa del pobre! Saque de esquina a favor del Getafe a falta de diez minutos y gol. Un tanto que empaña el éxito de la protesta, que impide marcar un punto de inflexión con el pasado y que condena el futuro deportivo del equipo aragonés, más cerca de Segunda que de la permanencia.

¡Agapito, vete ya!

Todo cambió para no cambiar nada. Arenere y el resto de consejeros dimitieron en bloque y frenaron en seco la reestructuración del Real Zaragoza. ¿Los motivos? Creo que a estas alturas de la película no hace falta decirlos, pero no pasa nada por ponerles una vez más nombre y apellido: Agapito Iglesias. El soriano prometió mantenerse a un lado en la gestión del club y una vez más incumplió su palabra.

Por tanto, nos encontramos como hace diez días pero con diez días menos para fichar y sin Ponzio en el equipo, algo de lo que el máximo accionista culpó al Consejo saliente en un comunicado en el que las mentiras se suceden unas tras otras. Un Consejo al que hay que agradecerle que sacara adelante la Propuesta Anticipada de Convenio (PAC) y haya desnudado de nuevo a Agapito con un gesto que les honra. Eso sí, yo les pediría que dieran un paso más y convocaran una rueda de prensa para dejar claro todo lo que ha sucedido estos días.

Y como de todo hay que sacar algo positivo, yo me quedo con dos cosas: la solidaridad que mostraron muchos aficionados de otros equipos con el zaragocismo -el resto del fútbol español debe darse cuenta de que nosotros somos las primeras víctimas de este individuo- y el despertar de una afición que está harta y se pregunta a sí misma: ¿Qué coño hemos hecho para merecer esto?

Ese despertar se vio reflejado a primera hora de la tarde de ayer, cuando el lema #agapitoveteya fue Trending Topic en España, al mismo tiempo que se organizaba una protesta contra el mandatario en las oficinas del club. No tuvo éxito por la espontaneidad de la misma y, sobre todo, porque hay una manifestación convocada para el próximo sábado a las 17:30 horas en la puerta 0 de La Romareda, a lo que se sumará una pitada colectiva en el minuto 32 -año de fundación del club- del partido contra el Getafe.

Es primordial que todo zaragocista e incluso zaragozano al que le guste el fútbol se dé cita en dicha concentración. El zaragocista por amor a unos colores y el zaragozano por el simple hecho de tener la posibilidad de ver fútbol de elite en la ciudad. Es el momento de que seamos nosotros, la afición, los que cojamos el testigo de los Lapetra, Marcelino, Villa, Canario, Santos, Violeta, Reija, Yarza, Arrúa, Pichi Alonso, Diarte, Víctor Muñoz, Señor, Rubén Sosa, Cedrún, Pardeza, Higuera, Belsué, Poyet, Aguado, Nayim y cualquiera de los jugadores que se hicieron grandes defendiendo la camiseta del Real Zaragoza, y juguemos un partido que nos corresponde a nosotros, un partido incluso más importante que el de la final de París, un partido para sobrevivir. Quizás no tengamos otra posibilidad. Es la hora del zaragocismo, la hora de echar a Agapito porque él no se va a ir por propia voluntad por mucho que diga. Ya conocemos sus mentiras y sus artimañas, ya no deben hacernos efecto. No podemos esperar más, es el momento de actuar y gritar todos juntos a los cuatro vientos ¡Agapito, vete ya!

Los poetas muertos

Hoy se inicia una nueva etapa en el Real Zaragoza. No por la deseada marcha de Agapito Iglesias –dando pasos atrás siempre se puede volver al punto de partida en cuanto se desee-, sino por el debut de Manolo Jiménez como entrenador. Un debut sin capitán, o, en su defecto, un debut sin la persona que había desempeñado esa función hasta la fecha. Ponzio ya no está y la pregunta se extiende entre el zaragocismo: ¿Quién será ahora nuestro capitán? ¿Paredes? ¿Lafita? ¿Roberto? ¿O simplemente nos encomendamos a Manolo Jiménez como líder de esta nave a la deriva?

Ya expuse en uno de los artículos anteriores que ser capitán no es únicamente lucir el brazalete y firmar el acta. Ser capitán es una responsabilidad, la responsabilidad de liderar dentro y fuera del terreno de juego a un grupo humano que tiene un objetivo común. Y no es fácil, ya que el primer requisito no es sentirse líder, sino que tus compañeros te señalen como líder. Y en el fútbol profesional se podría añadir que también es fundamental que la afición se identifique con ese líder, que para ellos también sea su capitán.

Y deteniéndome en esta reflexión, me viene a la cabeza la última escena de El Club de los Poetas Muertos, aquella en la que el profesor John Keating, expulsado del colegio por haber sido declarado culpable del suicidio de uno de los estudiantes de la escuela, al abandonar el aula donde impartía clase, observa como sus alumnos, uno a uno y a pesar de las amenazas del director del centro, se suben encima del pupitre al grito de “¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!”, emulando un poema que Walt Whitman le dedicó a Abraham Lincoln tras su asesinato.

Esta escena muestra a la perfección quién es un líder, un verdadero capitán: aquella persona a la que todo el mundo seguiría sin dudarlo a pesar de la amenaza de un duro castigo o una consecuencia fatal, ya sea en la política, en la vida cotidiana, en la guerra o en el fútbol. Por tanto, la pregunta es sencilla: ¿A qué miembro de la plantilla actual del Zaragoza seguirían sus compañeros y la afición incondicionalmente? Roberto y, si los resultados le acompañan, Manolo Jiménez.

En el fútbol hay una ley absurda que dice que el capitán debe ser aquel jugador que más tiempo lleva en el equipo. Antigüedad no significa liderazgo. En muchas ocasiones, sólo hay que pensar en Puyol y Casillas, estas dos cualidades coinciden en la misma persona, pero en otras muchas no. Pongamos como ejemplo al Real Madrid: ¿Alguien ve a Marcelo como primer capitán? A mí no me perece que reúna esos valores que en su día tuvieron Gento, Butragueño, Hierro o Raúl. Sí Casillas, que seguramente, aunque el capitán se eligiera por votación, también saldría elegido. Y posiblemente antes que Ramos o Marcelo encontraríamos a Xabi Alonso.

Considero que ésa sería la forma ideal de elegir un capitán y a la hora de elegirlo habría que tener en cuenta muchas cosas, empezando por el liderazgo que pueda tener una persona, pero teniendo en cuenta otros factores como la antigüedad, el hecho de ser canterano o no, su peso en el juego del equipo, su relación con la afición, su carácter, su personalidad, sus conocimientos…

Si volvemos al Zaragoza, nos daremos cuenta de que Paredes, si es titular, portará el brazalete de capitán por antigüedad. No voy a entrar a valorar si él puede ser un buen capitán o no, sino si hay alguien en el equipo más capacitado para ello. El primero que me viene a la cabeza es Roberto. Sólo lleva un año en el club –contando los seis meses de hace dos temporadas-, pero nadie tiene más importancia que él en el equipo –único insustituible junto a Postiga- y es el mayor referente de la afición en estos momentos. A ello se une su personalidad, su carácter, su predisposición a dar siempre la cara, su forma de hablar… Todo ello cualidades de un gran capitán.

La otra alternativa es Manolo Jiménez, pero acaba de llegar. Sé que él no puede lucir el brazalete, pero sí puede ser considerado un líder. De momento, con su discurso, con sus ganas, con su ilusión y por su forma de transmitir en los entrenamientos se está ganando a jugadores y periodistas. No vende humo; dice las cosas claras. Otra cualidad de un verdadero líder. Quizás los resultados echen por tierra ese potencial, pero si le acompañan en estos primeros partidos, puede convertirse en ese clavo ardiendo que todos necesitamos. Un líder por el que no dudaríamos en subirnos a nuestros pupitres al grito de “¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!” sin importarnos las consecuencias y sintiéndonos parte de algo muy grande, llámese Real Zaragoza o Club de los Poetas Muertos.

Mi carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Sé que este día tan señalado ha llegado a su fin, pero lo que yo voy a pediros no es material. Claro está que me gustaría que me regalarais un boleto premiado del Euromillón, o en su defecto uno de la Bonoloto, lo suficiente como para tener resuelta toda mi vida. Pero soy consciente de que no habré sido el único en haceros tal petición, así que me uno a las voces que os ruegan que la crisis económica de nuestros días llegue a su fin. Ni siquiera eso, me conformaría incluso con que la cosa mejorara y, si no es mucho pedir, una ligera subida de sueldo. Sé que es complicado por el nivel de los políticos de hoy en día, no sólo los de España, pero, por favor, iluminad esas bombillitas fundidas que tienen sobre sus cabezas y atad las manos de aquellos que no tienen ningún reparo en coger lo que no es suyo e intentan escaquearse de la Ley como si no tuvieran nada que llevarse a la boca.

Por supuesto, no hace falta decir que nos aviséis en el momento, si llega el caso y ojalá no sea así, que los que han asesinado en España durante décadas vuelvan a replantearse hacer lo único que saben hacer: matar. Y esa desconfianza nace de los precedentes que ya hemos vivido y del hecho de que ese proceso de paz lo llevan a cabo aquellos a los que me he referido antes y cuyas bombillas no dan ni una pizca de luz. Es un tema muy delicado, en el que nos jugamos mucho, así que una vez más, por favor, estad atentos. Lo de pedir la paz en el mundo, además de sonarme a concurso de belleza, ya me parece que escapa de vuestros poderes, aunque por intentarlo que no quede.

Como español y amante del deporte que soy, me gustaría que nuestra selección volviera a ganar la Eurocopa, que Nadal, Alonso y nuestros motoristas recuperaran el número uno, que Gasol y compañía conquistaran de nuevo Estados Unidos, que dejen en paz de una vez a Contador y gane de nuevo el Tour, que Noah se harte de escuchar una y otra vez nuestro himno, que superemos las medallas de Barcelona’92 y que todos nuestros deportistas arrasen allá donde vayan, pero sobre todo os pido una cosa: la supervivencia del Real Zaragoza, como fiel aficionado y como profesional que dependo de ello. Si ya de paso encontráis un jeque al que le salgan billetes de 500 euros por las orejas, mejor que mejor, aunque vuelvo a conformarme con la salida definitiva de Agapito Iglesias y una permanencia que cada día está más complicada.

Pero por delante de todas estas cosas os pido salud para mí, para todos mis seres queridos y para todos aquellos que dedican parte de su tiempo en leen este blog. Gracias a ellos he alcanzado las 5.000 visitas, que no son muchas pero tampoco pocas. Feliz año a todos ellos y por supuesto a sus Majestades de Oriente.

El adiós del último campeón

Ya es oficial. Ponzio ha llegado a un acuerdo para rescindir su contrato y regresa a River, a Argentina, a su casa. Lo hace para estar más cerca de su familia y tras una despedida sentida y entre lágrimas, jurando amor eterno al club en el que más años ha permanecido y pidiendo perdón por haber expresado su deseo a través de un periódico. Yo le perdono. Pueden más su entrega y su honradez en el campo que un simple error. Hubiera preferido que se quedara, pero entiendo sus motivos. He aquí su discurso de despedida completo:

“Pido disculpas por no haber expresado antes mi deseo de salir al presidente o a mis compañeros y que saliera a través de un periódico argentino. Así hubiera sido un poco menos explosivo todo, pero dije lo que sentía y lo que pensaba. Uno lo estaba pasando mal y sólo puedo pedir disculpas. Estoy dando un paso hacia delante y dejando muchos amigos. Hay gente que me puede llegar a entender, gente que no, pero realmente no me estoy bajando de un barco ni subiéndome a otro, sino que sigo un camino en el prioriza la familia. Agradezco que haya un club en Argentina que me abra las puertas para estar cerca de ellos. Siempre voy a recordar que he vivido momentos muy buenos y lindos en el Real Zaragoza, también hemos pasado por dificultades, pero todas esas cosas me hicieron sentir hombre y me hacen sentir fuerte y por ello uno se va con la cabeza bien alta. He dado mucho por este club, el club en donde más años he estado y quiero agradecer todo el cariño que me brindaron. Saben que uno deja muchas cosas aquí, que uno siente mucho esta casa, que va a ser parte de mí en toda mi carrera y le deseo todo lo mejor. Espero poder ver ganar al Zaragoza este fin de semana. Dejo parte de mi corazón aquí, pero hoy en día priorizo otras cosas, aunque lo que siento por esta camiseta, por esta ciudad y por este club no va a cambiar”.

Se va el segundo extranjero que más veces ha vestido la camiseta del Real Zaragoza tras Gustavo Poyet. Un total de 246 partidos repartidos en dos etapas. La primera entre 2004 y enero de 2007, ganando una Copa del Rey y una Supercopa, y la segunda desde enero de 2009 hasta la fecha, siendo fundamental en el ascenso –gol incluido en el partido decisivo- y en la permanencia de las dos siguientes temporadas, con goles claves como el que le marcó al Espanyol. Una triste noticia para el zaragocismo, que despide al último campeón con la elástica blanquilla que quedaba en la plantilla. Mucha suerte.

Una vuelta de calcetín

El Real Zaragoza se había instalado en una pose de incertidumbre desde su eliminación de la Copa del Rey frente al Alcorcón: ¿Aguirre se comería los turrones? ¿Dimitiría o le obligarían a salir? ¿Su marcha podría arrastrar a Juárez y Barrera? ¿Y afectar de alguna manera a Obradovic? ¿Habrá salidas? ¿Ponzio? ¿Lafita? ¿Cuántos fichajes para el mercado de invierno?

Pasaban los días y las dudas aumentaban. Aguirre estaba virtualmente destituido pero no se hacía oficial, se hablaba de Míchel, Manolo Jiménez o Milla como sustitutos y desde Argentina llegaba una entrevista a Ponzio que confirmaba los peores augurios: nuestro capitán deseaba abandonar el barco para regresar a River. Y encima a Aguirre parecía no importarle. Este Titanic, más a la deriva que nunca, se hundía sin una orquesta que hiciera más llevadero el drama.

Y así hasta la noche del jueves 29 al viernes 30, cuando más allá de la una de la madrugada el club anunció la marcha del técnico mexicano. Agapito se superó una vez más a sí mismo y consiguió que la decisión más lógica del mundo pasase a ser ilógica por la tardía de la misma. Es algo más comprensible si se tiene en cuenta que Aguirre se encontraba en un crucero y era imposible reunirse con él para ‘negociar’ su salida, pero no deja de ser una irresponsabilidad echarlo un día antes de la vuelta al trabajo tras diez días de vacaciones.

Esa noticia no dejó de ser el pistoletazo de salida a una serie de decisiones que se sucedieron a un ritmo vertiginoso como si realmente 2012 fuera a ser el año del fin del mundo. Aguirre se despidió a la mañana siguiente de la plantilla en la Ciudad Deportiva y de la afición y los medios de comunicación en una rueda de prensa que nunca fue convocada para sorpresa de todos los periodistas ahí presentes y del propio técnico mexicano. Improvisación sin noticias de ningún miembro del Real Zaragoza que supervisara esos instantes. Impropio de un club señor, una falta de respeto hacía Aguirre y hacia todos los profesionales que seguimos la actualidad del equipo. Y, por consiguiente, hacia la afición.

Empieza el entrenamiento, bajo las órdenes de Ubieto, y Ponzio no está. Surgen las primeras interpretaciones, que se entremezclan con la posibilidad de que Míchel sea el elegido para el banquillo y con el nombramiento de un nuevo Consejo de Administración, un acto para el que tampoco se convocó a los medios de comunicación hasta una hora y media antes del mismo. Dudo mucho que se decidiera celebrarlo esa misma mañana.

Se aclara que Ponzio, al igual de Da Silva, no se ejercitarán hasta la tarde con permiso del club por el largo viaje de regreso desde sus países de origen. Y al mismo tiempo Salvador Arenere se presenta como el nuevo hombre fuerte del Real Zaragoza, acompañado por Carlos Iribarren –supervisión del primer equipo, del filial, de la Ciudad Deportiva y de la cantera-, José Guillén –elaboración del presupuesto y seguimiento de su cumplimiento- y Fernando Rodrigo –administración del club, relación con los bancos y política de financiación-, junto a Paco Checa, que continúa.

Agapito Iglesias sigue al frente de la propiedad, pero según Arenere hay un documento firmado en el que se establecen las pautas de cesión de poderes y atribuciones: “Contamos con plenos poderes al menos hasta el próximo 30 de junio. Aquí no va a haber consejeros florero y todos van a tener responsabilidad. Ni nos motiva la vanidad ni lo económico –no van a cobrar por su gestión-. No vamos a vivir del Real Zaragoza. Estamos aquí por nuestro zaragocismo y con un objetivo básico: garantizar la supervivencia del club”.

Para ello pretende “profesionalizar el club, garantizar la transparencia, modernizar las estructuras, llevar un control estricto del gasto y cumplir a rajatabla el presupuesto”. También prometió un consejo asesor con ex presidentes, ex jugadores y personas relevantes de la vida social y cultural, así como un nuevo organigrama de gestión, con una comisión ejecutiva y técnica, y el objetivo de integrar al Real Zaragoza en la sociedad aragonesa, para lo que se potenciará la relación con las peñas, clubes, medios e instituciones.

Por último, prometió refuerzos y otra campaña de abonados para la segunda vuelta, con la intención de que La Romareda sea “una caldera”. Todo ello sin descartar una futura venta del club. En definitiva, un cambio que no puede ser considerado como la mejor noticia por la supervivencia de Agapito como propietario del club, pero una buena noticia al fin y al cabo. Hay que dejarles trabajar y desearles suerte porque la labor que tienen entre manos es bastante complicada. Al igual que la del nuevo entrenador.

Todo hacía indicar que Míchel iba a ser el octavo entrenador de la era Agapito. La negociación tuvo lugar en Madríd el viernes por la tarde, pero el técnico pidió garantías deportivas y fichajes como Colunga o Alexis, unas diferencias insalvables al día siguiente, por lo que de inmediato se activó la alternativa de Manolo Jiménez, preferida por los nuevos gestores a la opción de Milla. En el último día de 2011, sobre las ocho de la tarde y tras suspenderse la sesión de trabajo del domingo, el Real Zaragoza ya tenía nuevo entrenador.

He de reconocer que no era mi opción preferida. Creo que en el Sevilla no lo hizo bien, desconozco cómo le fue realmente en el AEK Atenas –ganó una Copa-, pero sí que me gustó mucho su presentación: “Estoy ilusionado porque es un nuevo reto, bonito e importante. Por historia, por ciudad y por afición, el Zaragoza no debe estar donde está. Los jugadores deben recuperar la autoestima. El Zaragoza no es el mejor equipo del mundo, pero tampoco es el peor de España”. Me gusta ese discurso, me gusta que venga con esa fuerza, ese convencimiento y esas ganas que ya no se le veían a Aguirre, me gusta que reclame claramente fichajes –“hay que reforzar la defensa, falta algo de creación y algún punta”- y me gusta que le pida el mismo grado de compromiso e ilusión a sus jugadores: “Cuento con todos los jugadores, estén sin ficha o sean del filial, pero les exijo el mismo trabajo que yo. Yo estoy aquí porque he querido y todos deben estar igual. Todos los jugadores son necesarios y deberán ganarse jugar cada día. Si uno no rinde, lo veré”. Después ya se verá si tiene la suerte necesaria y la capacidad para sacar esta situación adelante, pero lo primero de todo era que el que viniera tuviera las ideas claras para convencer a la plantilla de que sí que es posible. Manolo Jiménez, por ahora, las tiene y las grita a los cuatro vientos en los entrenamientos.

Y las tiene tan claras que ayer no dudó en señalar en Aragón Radio que Ponzio está con un pie fuera del Zaragoza: “Es más que probable que se vaya, no tiene la cabeza puesta para aportar el 120% que yo pido. No está por la labor. Físicamente está aquí, pero mentalmente he visto que no”. Y a pesar de que considero a Ponzio fundamental en este equipo, si realmente se quiere ir lo mejor es que se vaya. Le deseo toda la suerte del mundo en River porque considero que se ha dejado todo por el Real Zaragoza, pero al mismo tiempo creo que no ha sabido comportarse como capitán.

Está en todo su derecho de querer marcharse, más cuando se le debe dinero. Hasta ahí, correcto, pero esa entrevista que concedió en Argentina sobraba. Lo correcto hubiera sido venir aquí, negociar su salida en secreto y anunciarla en una rueda de prensa después de explicarle a sus compañeros sus razones. El brazalete no es únicamente algo que se luce en el brazo, es un símbolo: dar ejemplo dentro y fuera del campo, levantar los trofeos pero también dar la cara cuando las cosas están mal, animar a los compañeros, rebajar la euforia, aconsejar, hacer de puente entre la directiva y la plantilla, ser la prolongación del entrenador en el campo, alentar a los que no juegan, ‘agarrar del cuello’ a los listillos que sólo miran por su bien y no por el del equipo… ser, en definitiva, un ejemplo. Y Ponzio no lo ha sido porque con esa entrevista ha mandado el siguiente mensaje a sus compañeros y a la afición: “Esto se hunde, sálvese quien pueda”.

Estoy seguro de que ésa no era su intención y de que su marcha no se debe a que la situación le supere, ya que en más de una ocasión ha demostrado que a cojones es difícil ganarle, pero inconscientemente ése ha sido el mensaje, tal y como demuestran las preguntas que me ha hecho mucha gente desde entonces: “Si hasta nuestro capitán abandona el barco, ¿qué esperanza hay? ¿Qué pensarán sus compañeros? ¿Quién va a querer venir en enero con este panorama?”.

Y con todo este panorama más el nombramiento de Samuel Barraguer como nuevo director de Comunicación y Marketing hemos llegado a enero. El desfile de nombres por los diferentes medios de comunicación como futuros refuerzos del Real Zaragoza no se ha hecho esperar: Cala, Luna, Alexis, Colunga, Mosquera, Koke, Joel, Ernesto, Tello, Fran Mérida… Incluso he visto en Aragón Sport que Víctor Fernández podría ser el nuevo director deportivo. No sé que pasará al final, ni con unos ni con otros, pero esta vuelta de calcetín no ha hecho más que comenzar y los rumores van a ser continuos. Por ello, sólo les pido a los Reyes Magos que traigan acierto en todas las decisiones para que el Real Zaragoza empiece a construir el futuro que se merece, un futuro mucho más acorde con el pasado que con el presente. Un calcetín lleno de cordura y esperanza.