Un rescate de película

No busquen en Argo giros inesperados, efectos especiales al más puro estilo Matrix o explosiones que hagan vibrar sus butaca porque únicamente encontrarán una historia real que habría hecho suya cualquier guionista destacado de Hollywood o de cualquier parte del mundo. Vivimos en una época en la que el cine o 'la industria del engaño' tiende a crear tramas tan enrevesadas para sus thrillers que en demasiadas ocasiones llegan a confundir al espectador, haciendo inverosímil la película y olvidándose de que muchas veces las mejores historias son las que tenemos ante nuestros ojos, aquellas que son tan simples como cautivadoras, intrigantes o emocionantes. Y precisamente Argo no hace más que recordarnos que la realidad puede superar a la ficción. 

La tercera película de Ben Affleck como director nos traslada hasta la crisis de los rehenes en Teherán en 1979, cuando los iraníes asaltaron la embajada de Estados Unidos y seis funcionarios lograron escapar y encontrar refugio en la embajada de Canadá. La CIA, con la ayuda del gobierno de sus vecinos del norte, idea un plan para sacarles del país con vida: crear una película ficticia —Argo—, con todo lo que ello conlleva, para facilitar a los seis Huéspedes unas nuevas identidades como cineastas que han viajado a Irán para la localización de exteriores.

El resultado es una película extraordinariamente narrada que nos muestra los entresijos de la industria del cine de los años setenta y sus conexiones con la CIA. Todo ello envuelto en grandes dosis de tensión en la acción, humor en los diálogos, un sinfín de detalles de la época en la recreación artística de la historia y la certeza de que Ben Affleck brilla más detrás de las cámaras que delante de ellas.



(Título: Argo; Director: Ben Affleck; Reparto: Ben Affleck, John Goodman, Alan Arkin, Bryan Cranston, Taylor Schilling, Kyle Chandler, Victor Garber, Michael Cassidy, Clea DuVall, Rory Cochrane, Tate Donovan, Chris Messina, Adrienne Barbeau, Tom Lenk y Titus Welliver; Género: Thriller; Premios: siete nominaciones a los Oscar en 2013 —película, actor de reparto [Alan Arkin], guión adaptado, montaje, banda sonora, sonido y efectos sonoros—, dos Globos de Oro —película de drama y director—, un premio del Sindicato de Actores al mejor reparto, tres BAFTA —película, director y montaje—, un National Board of Review a Ben Affleck en la categoría de mención especial y dos Critics Choice Awards —película y dirección—; Valoración: 8)

Historias del pasado, presente y futuro

Las grandes organizaciones criminales de 2072 utilizan los viajes en el tiempo de forma clandestina para enviar a sus víctimas treinta años antes, donde un Looper, una especie de asesino a sueldo, les espera en el punto acordado para matarles y deshacerse de un cadáver que nunca será rastreado. El problema surge cuando Joe debe eliminar al Joe del futuro para cerrar el bucle y poner fin a su contrato como verdugo.

A esta idea tan original le sigue una película enormemente entretenida y brillante en todos sus aspectos: dilemas morales y éticos por todas partes, una buena dosis de acción, extraordinarias interpretaciones —me declaro miembro del club de fans de Bruce Willis—, un buen guión, un magnífico final y una narración que roza la perfección, a lo que hay que añadir alguna que otra historia de amor pero sin ñoñerías, tal y como requieren este tipo de películas.

Ni soy un hombre del futuro ni aún existen los viajes en el tiempo, pero permítanme darles un consejo: vayan lo antes posible a ver Looper, ya que podría tratarse de una de las producciones más sorprendentes del año. No arrasará en los Oscar ni se llevará un Globo de Oro, pero se trata de una de esas películas que uno siempre busca en el cine y rara vez encuentra. Una de esas historias que triunfan en el pasado, presente y futuro y perduran en el tiempo.



(Título: Looper; Director: Rian Johnson; Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Bruce Willis, Emily Blunt, Pierre Gagnon, Paul Dano, Piper Perabo, Jeff Daniels, Garret Dillahunt y Tracie Thoms; Género: Ciencia ficción; Premios: un Naticonal Board of Review a mejor guión original en 2012 y un Critics Choice Awards en 2013 a mejor película de ciencia ficción / terror; Valoración: 7,5)

El lado más salvaje de Oliver Stone

La obra completa de Oliver Stone le convierte en uno de esos directores con lo que no sé a qué atenerme cuando voy a ver una de sus películas. Confieso que nunca me cansaré de ver Un Domingo Cualquiera y que sigo impactado de la primera vez que vi Asesinos Natos y ya han pasado varios años, pero al mismo tiempo aún recuerdo los incontables bostezos de Alejandro Magno y Nixon y esa sensación de podría haber vivido tranquilamente sin ver World Trade Center. Por tanto, puedo asegurar que he visto Salvajes sin ningún tipo de prejuicio y les confieso que me ha gustado.

Esta nueva película del director neoyorquino mezcla adrenalina e inteligencia a partes iguales, una buena narración gracias a ese recurso que tanto me gusta como es la voz en off, alguna que otra gran interpretación como la de Benicio Del Toro y una diversión despiadada y dinámica que tiene como mayor defecto que va de más a menos. La historia promete en sus inicios, pero a medida que transcurren los minutos uno se da cuenta de que esas promesas de estar ante algo grande se quedan en una buena película que tiene como mayor virtud el entretenimiento puro y duro: violencia, humor negro y ritmo, mucho ritmo, hasta el punto de presenciar, nunca mejor dicho, el lado más salvaje de Oliver Stone. Y creo que ése es un gran motivo de celebración.



(Título: Salvajes; Director: Oliver Stone; Reparto: Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Salma Hayek, Aaron Johnson, Emile Hirsch, Benicio Del Toro, Joel David Moore, Trevor Donovan, Mía Maestro, Demián Bichir, Gonzalo Menendez, Alexander Wraith, Jonathan Patrick Moore, Antonio Jaramillo, Aaron Kunitz, Jake McLaughlin, Matt Riedy, Joaquín Cosío y Sandra Echeverría; Género: Thriller; Valoración: 7)

Sexo, drogas y rock 'n' roll

Que cierren los ojos todos aquellos que se consideren castos y puritanos, los curas y las monjas, los abstemios y los pulcros en lenguaje que detestan los tacos o todas esas palabras guarras que tienen algo que ver con el verbo copular o los genitales. Cierren los ojos porque lo que viene a continuación no es apto para menores de 18 años. Cierren los ojos porque me dispongo a comentar la serie más picante de la televisión, cuyo nombre, Californication, no deja lugar a dudas. Y si estas persisten, se evaporan en el momento que uno ve los cinco primeros minutos de un piloto vibrante, gracioso y lleno de alcohol, drogas y sexo.

Teniendo en cuenta que acabo de devorar la quinta temporada, ese primer episodio me queda ya bastante lejos, pero puedo asegurar que es un fiel reflejo de lo que vamos a encontrar a lo largo de toda la serie, ya que las críticas más puritanas no han conseguido apaciguar las ansias de sexo de Hank Moody, un escritor de éxito, sarcástico y bastante inteligente que se muda a una hipócrita y falsa California para recuperar al amor de su vida y a su hija. Su capacidad para verse metido en líos de faldas, alcohol y drogas es asombrosa, pero en realidad se trata de un romántico más que huye de los problemas con la ayuda de cualquier vicio al alcance de la mano.

Todo ello le convierte en un personaje bastante atractivo para hombres y mujeres, aunque por diversos motivos, un hecho que traslada a la historia: decepciona una y otra vez a sus seres queridos, pero estos siempre terminan perdonándole por su gran corazón y, sobre todo, porque le necesitan a su lado. En definitiva, una serie adulta que rompe con las reglas de la castidad y que se apoya en el encanto de su personaje principal, en una serie de secundarios de lo más curiosos como Runkle, en una gran cantidad de diálogos ingeniosos, graciosos y sarcásticos en donde los tacos están a la orden del día, en un guión sencillo pero cautivador y adictivo, en su humor negro y en un mundo de sexo, drogas y rock 'n' roll. El paraíso para muchos; el mismo infierno para otros. Una serie de éxito que no deja indiferente ni al más vicioso ni al más santo.