Fútbol es fútbol (VI): frases de entrenadores

Los entrenadores son los miembros del equipo que más hablan ante los medios de comunicación. Por ello es normal que en numerosas ocasiones hayan dejado frases para la historia, frases que incluso han formado parte de la caricatura del personaje, como aquella de Louis Van Gaal en medio de una rueda de prensa cuando era entrenador del Barcelona: “¡Tú eres malo, muy malo! ¡Siempre negativo, nunca positivo!”.

Otros entrenadores del Barcelona también dejaron su sello. Me refiero a Johan Cruyff, quien señaló que “toda desventaja tiene su ventaja” o que “en el reino de los ciegos el bizco es el rey, pero sigue siendo bizco”. Y es que lo de las frases míticas es una característica de la escuela holandesa: “Inglaterra tiene algunos grandes jugadores, pero sólo son grandes en Inglaterra”, apuntó Leo Beenhakker.

Hay otros técnicos que prefieren no entrenar al Barça y si no que le pregunten a Camacho: “Sólo entrenaría al Barcelona si mis hijos lo necesitaran para vivir”. Algo lógico si se tiene en cuenta que el ex seleccionador español tiene el corazón blanco, al igual que Valdano: “Los que se pasan el día hablando de lucha y garra son los que tienen poco que enseñar”.

Los entrenadores deben acostumbrarse a vivir con la presión, muchas veces causada por los periodistas, tal y como explicó Bobby Robson: “¿Presión? Los periodistas sois los que creáis la presión. Si no existierais, mi trabajo sería dos veces más fácil y dos veces más agradable”. En estos casos siempre se vive con más tranquilidad en unas épocas concretas del año: “Me encantan los veranos; nunca pierdes partidos”, expuso Roy Evans, ex entrenador del Liverpool.

Las ruedas de prensa posteriores a los encuentros también dejan momentos memorables. Brian Horton, cuando entrenaba al Oxford United a finales de los ochenta, realizó este increíble comentario tras los noventa minutos: “Ha sido un partido de dos partes y hemos estado fatal en las dos”. Héctor Cuper, gafado una y otra vez en las finales que ha disputado, aseguró tras perder la Recopa con el Mallorca que “lo peor de una final es no estar en ella y tener que verla por televisión”.

Hay ocasiones en las que estas famosas frases se dan durante el partido. Carlos Bilardo, entrenador argentino, se puso como un loco cuando vio que el médico de su equipo atendía a un contrario: ¡Los de colorao! ¡Los tuyos son los de colorao!”. Aunque posiblemente el que más ingenio tuvo fue el técnico escocés John Lambie, ya que cuando el masajista le dijo durante un encuentro que uno de sus jugadores no recordaba quién era tras un encontronazo, intentó sacarle partido a la situación: “¡Perfecto! Dile que es Pelé y que vuelva al campo de inmediato”.

La ecuación perfecta

Abós había anunciado en la previa la fórmula para derrotar al Barça: “Hay que esperar que ellos no tengan un buen día y que nosotros estemos extraordinariamente bien”. Dicho y hecho. El conjunto azulgrana estuvo bastante errático desde la línea de tres –su primer triple tuvo lugar en el minuto 34- y todos los jugadores del CAI aportaron su granito de arena: Quinteros forzó la prórroga con un triple, Van Rossom realizó su mejor partido, Hettsheimeir y Barlow fueron los dueños del rebote, Cabeza puso su calidad…

Pero además de todo esto hacía falta la suerte que le había sido esquiva a los aragoneses en el primer partido ante el Unicaja. Es esta ocasión los dos lanzamientos sobre la bocina entraron y premiaron a un equipo ambicioso que siempre creyó en que toda esta ecuación perfecta les llevaría a una victoria totalmente merecida.


(Este artículo corresponde al ‘Yo digo’ del As publicado el 25 de octubre en la edición de Aragón tras la victoria del CAI en el Palau)

Fútbol es fútbol (V): el entrenador

El entrenador es la máxima autoridad en un equipo de fútbol. Él es el que elige a los titulares, el que hace las convocatorias, el que decide el sistema y el estilo de juego, el que prepara los entrenamientos y el que opina sobre las posibles altas y bajas entre una temporada y otra. Pero repito que es la máxima autoridad del equipo, no del club. Ahí mandan el presidente y el director deportivo, por este orden, y el mister se debe a ellos, a los resultados y a la afición, también por este orden. Si a esto añadimos que es más fácil prescindir de una persona que de veinte cuando las cosas no van bien, no es de extrañar que prácticamente todos los técnicos hayan sido destituidos al menos una vez.

Atendiendo a esta reflexión, es comprensible que Malcolm Allison, técnico ayudante de Joe Mercer entre 1965 y 1972 en una de las épocas más gloriosas del Manchester City, asegurara con total convicción la siguiente afirmación: “Tú no eres entrenador hasta que no te han echado por primera vez”. Jesús Gil se lo tomó al pie de la letra en los años que presidió el Atlético de Madrid: “Para mí echar a un entrenador es como tomarme una cerveza. Puedo echar a veinte en un año. Hasta cien si hace falta”.

Cuando se destituye a un técnico se busca una reacción, un cambio de dinámica que salve la situación en la que está inmerso el equipo. ¿Pero cómo se ha llegado a esa situación? ¿Es siempre culpa del entrenador? César Luis Menotti tiene la respuesta: “El problema no es por qué echan a los entrenadores. El problema es que no saben para qué los fichan”.

Para cualquier entrenador siempre es un fracaso ser despedido, pero hay destituciones que duelen menos que otras, tal y como señaló John Benjamin Toshack: “Todos los entrenadores son despedidos, pero es mejor ser echado por el Real Madrid que por otro club”. Dicen que los ciclos de los entrenadores en un equipo duran como mucho cuatro años, ya que tras ese tiempo es más que probable que haya jugadores acomodados o enfadados con su figura. Hasta que llegue ese día, la mejor opción sería seguir el consejo del ex futbolista inglés Rodney Marsh: “Todo lo que tiene que hacer un entrenador es tener contentos a once jugadores, los once suplentes. Los once titulares ya son felices porque son titulares”.

Fútbol es fútbol (IV): el estilo de juego

España ha puesto de moda el juego de toque, un estilo ofensivo y agradable a la vista del espectador que ha cogido prestado del Barcelona de Guardiola. Antes yo lo habían puesto en marcha equipos míticos como el Brasil de 1970, la Naranja Mecánica, el Dream Team de Cruyff o el Zaragoza de la Recopa. Pero ésta no es la única forma de jugar, ya que los equipos que destacan por su trabajo defensivo también sacan sus frutos y un gran ejemplo de ello es Italia, que con ese estilo ha ganado cuatro Mundiales. Incluso se puede jugar con una mezcla de seguridad defensiva y gran caudal ofensivo, como el Madrid de Mourinho o el Milan de Van Basten, y mediante balonazos que van desde la defensa a la delantera sin pasar por el centro del campo.

Pero como decía en el primer enunciado, el estilo de juego más vistoso es el que practica España en estos momentos y Valdano es un gran defensor de ello: “Todo equipo que trata bien el balón, trata bien al espectador”. Desde luego, el argentino siempre trató en su época de entrenador que sus equipos buscaran el gol: “¿Un rival sin interés atacante? Es como intentar hacer el amor con un árbol”.

No es el único que clama por un juego de toque. Glenn Hoddl, que llegó a ser seleccionador de Inglaterra entre 1996 y 1999, intentó que sus equipos se olvidaran del juego aéreo y buscaran la portería contraria a través de combinaciones: “Para mí la pelota era como un diamante. Un diamante no te lo quitas de encima, lo ofreces”. Sin ninguna duda, esta frase sería muy aplaudida por Di Stefano: “El balón está hecho de cuero; el cuero viene de la vaca; la vaca come pastos; así que hay que echar el balón al pasto”.

Muchas veces se varía el estilo de juego por las circunstancias, ya sea por el potencial del rival o por la expulsión durante los noventa minutos de uno de tus jugadores: “Un equipo es como un buen rejol; si se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual”, señaló Gullit. Lo más seguro es que Helenio Herrera no pensara lo mismo: “Al fútbol se juega mejor con diez que con once”. Lo que está claro es que si hay un jugador que no lo está haciendo bien en el campo, lo mejor es sustituirle, tal y como expuso César Luis Menotti: “Esto es como dirigir una orquesta. Si uno de los primeros violines entra siempre en el segundo compás en vez de en el primero, como el resto, al final hay que sacarlo y poner a otro”.

Fútbol es fútbol (III): el resultado

El tercer capítulo de esta serie de artículos tiene que ver con el resultado y lo mejor que podemos hacer es ir directamente al grano: “Ganar es mejor que empatar y empatar es mejor que perder”. La frase no podría ser de otro que no fuera Vujadin Boskov, pero el serbio no ha sido el único en dar una definición tan simple, como por ejemplo Ronaldo: “Perdimos porque no ganamos”.

Lo que está claro es que muchas personas han ganado dinero apostando por los resultados de los partidos, aunque no resulta sencillo, tal y como señaló en 1939 el futbolista inglés Roy Atkinson: “Voy a dar un pronóstico, puede pasar cualquier cosa”. Otros, como Helenio Herrera, tienen claro lo que va a pasar: “Ganaremos sin bajarnos del autobús”.

Dicen que lo importante es participar, pero esta teoría suscita muchas críticas. Vinnie Jones, ex jugador y actualmente actor, señaló que “ganar no es lo importante, siempre y cuando ganes”, una línea que siguió Pablo Vargas en 2005: “En el fútbol ganar no es importante, lo es todo”. Pero el mejor enunciado de todos es el siguiente: “Si lo importante es participar, ¿por qué huevos todo el mundo quiere ganar?”. Y es que una victoria lleva la alegría a un equipo y si no que se lo pregunten a Gordon Strachan: “El mundo parece un lugar totalmente distinto después de dos partidos ganados consecutivamente”.

Hay varias formas de jugar un partido, pero ninguna de ellas te garantiza el triunfo: “Jugamos como nunca y perdimos como siempre”, comentó Di Stefano. ¿Pero qué tipo de jugadores te pueden llevar a ganar? John Gregory, ex futbolista inglés y actual entrenador en Israel, tiene la respuesta: “Los delanteros ganan partidos; los defensas ganan campeonatos”. Incluso hay veces que una derrota es bienvenida con el fin de conseguir un bien mayor: “No me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemos la Liga”, sentenció Mark Viduka.

Hay muchas veces que el fútbol se mezcla con la política a consecuencia de los resultados. Al menos eso es lo que piensa Luis Suárez: “En Latinoamérica la frontera entre el fútbol y la política es vaga. Hay una larga lista de gobiernos que han caído o han sido derrocados después de la derrota del equipo nacional”. Al ex jugador y técnico español se le debió quedar grabada la frase de Wiston Churchill: “Los italianos pierden las guerras como si fueran partidos de fútbol y los partidos de fútbol como si fuesen guerras”. Y hablando de guerras, no hay mejores armas para ganar un encuentro que la confianza y el optimismo: “Estoy confiado. Nunca he perdido en Parma. Nunca he jugado allí”, expuso el actual entrenador del Liverpool Roy Hodgson cuando jugaba en las filas del Inter.

Fútbol es fútbol (II): el gol

Fútbol es fútbol, pero qué es un gol. Míchel, que dejó para la posteridad el famoso “me lo merezco” cuando marcó un hat-trick frente a Corea del Sur en el Mundial de Italia, expuso la mejor definición posible sin darse cuenta de ello cuando era comentarista: “Llega a entrar el balón en la portería y es gol”. Posiblemente su ídolo de pequeño fuera Pelé, quien aseguró tras un Brasil-Inglaterra del Mundial de 1970 haber sido testigo de un hecho paranormal: “Marqué un gol, pero Banks lo paró”. Menos mal que la canarinha ganó aquel torneo, si no la polémica hubiera durado hasta nuestros días.

Los hay, como Menotti, que prefieren hacer definiciones más poéticas: “Un gol es un pase a la red”. ¿Pero qué opina sobre esto una leyenda como Alfredo Di Stefano? “Marcar goles es como hacer el amor; todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno lo hace como yo”. Y es que para el ex jugador del Real Madrid, “un 0-0 es como un domingo sin sol”.

Goles pueden marcar hasta los guardametas, pero nunca los aficionados, tal y como nos descubrió Jock Stein, seleccionador de Escocia hasta que perdió la vida a consecuencia de un infarto durante un partido en 1985: “Tenemos la mejor hinchada del mundo, pero nunca he visto a un hincha marcar un gol”. Lo que está claro es que alguien debe marcar para ganar un partido y si no que se lo pregunten a Johan Cruyff: “Es todo muy sencillo, si marcas un gol más que tu oponente, ganas”.

Hay goles de todo tipo, incluso goles que salvan vidas. Szabo, guardameta de Hungría en la final del Mundial de Italia de 1938, relató sus sentimientos tras caer derrotado en aquel partido: “Jamás en mi vida me sentí tan feliz por haber perdido. Con los cuatro goles que me hicieron salvé la vida a once seres humanos. Los italianos recibieron un telegrama de Mussolini antes del encuentro que decía vencer o morir”.

Y es que los porteros tienen mucho que decir sobre este tema, una cuestión que tenía muy clara Di Stefano cuando conversaba con sus guardametas: “No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera”. Quizás habría sido más fácil atar a la cama a los delanteros rivales: “Si no salgo por las noches, no marco goles”, aseguró Romario en su etapa en el Valencia. Su entrenador por aquel entonces era Valdano, quien tiene teorías para todo: “Al tercer bostezo, gol de Alemania”.

La teoría dice que la forma más eficaz de marcar goles es llegando al área contraria, aunque habría que ver qué opina Bill Shankly, el entrenador con más partidos dirigidos en la historia del Liverpool, quien aconsejó lo siguiente a sus delanteros: “Si estás en el área de panal y no sabes qué hacer con la pelota, métela en la red y ya discutiremos las alternativas más tarde”. Al técnico británico le surgieron admiradores, nada más y nada menos que Diego Armando Maradona: “Llegar al área rival y no chutar es como bailar con tu hermana”.

Marcar siempre es motivo de alegría, pero qué es mejor: ¿Recibir una goleada o que te hagan un gol en todos los partidos? Boskov tiene la respuesta: “Prefiero perder un encuentro por 9-0 que nueve partidos por 1-0”. Lo que está claro es que un golazo es una obra de arte y con el tiempo es admirado por todos, incluso por el rival, tal y como le sucedió a Lineker tras el famoso gol en el que Maradona se regatea a media selección inglesa en México’86: “Si no hubiera sido un partido importante para mí, habría aplaudido”. No hay duda, el gol es la esencia del fútbol.

Fútbol es fútbol

Goles decisivos, pases magníficos, entradas escalofriantes, fallos imperdonables, goles en propia, arbitrajes polémicos, tánganas en el túnel de vestuarios, jugadas de dibujos animados, celebraciones curiosas… Todo ello forma parte del fútbol, pero también las palabras, frases que han quedado grabadas en la historia del fútbol, enunciados que van desde una sencilla explicación de lo que es este deporte hasta mensajes dirigidos al eterno rival, pasando por meteduras de pata, insultos, muestras de arrogancia o enfado e incluso comentarios de lo más surrealista.

Empecemos por saber qué es el fútbol. El técnico serbio Vujadin Boskov, uno de los más grandes en el arte de dejar frases para la historia, lo resumió de la mejor manera posible: “Fútbol es fútbol”. Una explicación sencilla y al mismo tiempo enormemente compleja. Rinus Michels, inventor del fútbol total de la Holanda de Cruyff y conocido como el General porque iba a los campos de entrenamiento con una pistola bajo el cinto y un estricto manual de órdenes en su maletín de cuero, también buscó una definición breve: “Fútbol es guerra”.

Otros como Sepp Herberger, entrenador de Alemania en 1954 cuando se alzó con la Copa del Mundo tras El Milagro de Berna, prefieren centrarse en la obviedad: “La pelota es redonda, el partido dura noventa minutos y todo lo demás es sólo teoría”. Un enunciado que quedaría completo con el de Azkargorta: “Lo bonito del futbol es que se juega con los pies, se apoya en los pies y se piensa con la cabeza”.

Arrigo Sacchi también quiso dejar su frase para la posteridad: “El fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”. Habría que preguntarle a John Boynton Priestley, escritor británico, cuál es la verdadera importancia de este deporte, ya que en 1929 publicó en The Good Companions el siguiente enunciado: “Decir que estos hombres pagaron sus chelines para mirar a 22 mercenarios dar una patada a una pelota es decir simplemente que un violín es madera y cuerda o que Hamlet es papel y tinta”. El también escritor uruguayo Eduardo Galeano fue más allá: “El fútbol es la única religión que no tiene ateos”.

También hay personajes que se creen Cristobal Colón descubriendo América, como es el caso de Thierry Henry: “Hay veces que en el fútbol tienes que marcar goles”. Otros, en cambio, añaden una opinión personal a una obviedad, como es el caso de Gary Lineker: “El fútbol es un juego en el que juegan once contra once y siempre gana Alemania”. Incluso hay sitio para las metáforas: “Ver fútbol es como ver sexo; está bien pero es mejor practicarlo”, explicó el ex futbolista escocés del Arsenal Alex James.

Hay quien busca un sustituto de este deporte sin éxito y si no que se lo pregunten a Kevin Keegan: “El asunto más difícil es encontrar algo para reemplazar el fútbol porque no hay nada”. También hay visiones fatalistas como la de Michael Platini, actual presidente de la UEFA: “El fútbol está hecho de errores porque el partido perfecto es 0-0”. Incluso Roger Milla, ex jugador de Camerún, resalta la importancia del deporte rey en lugares como África: “Gracias al fútbol un país pequeño puede ser grande”.

Hay definiciones que incluso se contraponen. Según Gordon Strachan, técnico escocés del Middlesbrough hasta hace unas horas, “el fútbol es un juego muy sencillo, son los jugadores quienes lo hacen complicado”, mientras que Jimmy Hasselbaink, ex delantero del Átletico, sólo coincide en la primera parte del enunciado: “El fútbol es tan sencillo… No comprendo por qué los entrenadores lo hacen tan difícil con sus charlas”. Y para terminar, una simple pregunta planteada por un tal Gonzalo Grassi: “¿Cómo vas a saber lo que es la vida si jamás jugaste al fútbol?”.