El mundo del deporte está de luto por la muerte de Juan Antonio Samaranch a la edad de 89 años por una insuficiencia cardiaca. No en vano, él es el padre del olimpismo moderno y de ahí su título de presidente de honor del Comité Olímpico Internacional, órgano que presidió durante 21 años, de 1980 a 2001, sólo superado por Pierre de Coubertain.
Cuando era joven, en los años cuarenta, perteneció al equipo de hockey sobre patines del Espanyol. También practicó el boxeo y el fútbol, pero a pesar de su espíritu de deportista, Samaranch prefirió permanecer en la sombra como dirigente. Varios fueron los cargos que ocupó hasta 1966, fecha en la que entró a formar parte del COI: fue presidente de la Federación Española de Patinaje, jefe de la delegación española en los Juegos Olímpicos de 1956, concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona y presidente del Comité Olímpico Español.
Ya en 1980 fue elegido presidente del COI justo antes de los Juegos Ólimpicos de Moscú. Desde que ocupó el cargo, sus objetivos se centraron en terminar de una vez por todas con el boicot político de los países capitalistas o comunistas, permitir la participación de deportistas profesionales y sacar de la bancarrota al movimiento olímpico a través del patrocinio. Logró todos ellos, creando el olimpismo moderno que conocemos en nuestros días.
Pero ahí no queda todo. Su sueño era que su país, España, y su ciudad, Barcelona, tuvieran la posibilidad de organizar unos Juegos. También lo logró. En 1992 España y Barcelona se abrieron al mundo y el resto del planeta se deshizo en elogios. Fueron los mejores Juegos hasta la fecha, sin boicots políticos y con profesionales como Jordan y su Dream Team.
Y encima la delegación española se sumó a la fiesta con 22 medallas, 13 de ellas de oro, nuestro mejor resultado hasta la fecha. Fue un antes y un después en el deporte español, ya que desde aquel verano nos hemos acostumbrado a ganar, cada vez más, cuando hasta ese momento el éxito de un deportista español era una isla en mitad de un océano.
En 2001 dejó la presidencia del COI, pasó a ser presidente de honor del movimiento olímpico y se erigió como bandera de las candidaturas de Madrid para 2012 y 2016. De hecho, el año pasado, durante la elección de los Juegos Olímpicos de 2016, emocionó al personal con las siguientes palabras: “Tengo 89 años, estoy al final de mi vida y os pido la concesión de los Juegos para mí país”. Sus palabras llevaron a Madrid hasta la final con Río, pero la posibilidad de que un país del tercer mundo acogiera por primera vez unos Juegos Olímpicos, tal y como representó el famoso mapa de Lula, pesó más que los deseos del señor de los anillos. Descanse en paz.
Cuando era joven, en los años cuarenta, perteneció al equipo de hockey sobre patines del Espanyol. También practicó el boxeo y el fútbol, pero a pesar de su espíritu de deportista, Samaranch prefirió permanecer en la sombra como dirigente. Varios fueron los cargos que ocupó hasta 1966, fecha en la que entró a formar parte del COI: fue presidente de la Federación Española de Patinaje, jefe de la delegación española en los Juegos Olímpicos de 1956, concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona y presidente del Comité Olímpico Español.
Ya en 1980 fue elegido presidente del COI justo antes de los Juegos Ólimpicos de Moscú. Desde que ocupó el cargo, sus objetivos se centraron en terminar de una vez por todas con el boicot político de los países capitalistas o comunistas, permitir la participación de deportistas profesionales y sacar de la bancarrota al movimiento olímpico a través del patrocinio. Logró todos ellos, creando el olimpismo moderno que conocemos en nuestros días.
Pero ahí no queda todo. Su sueño era que su país, España, y su ciudad, Barcelona, tuvieran la posibilidad de organizar unos Juegos. También lo logró. En 1992 España y Barcelona se abrieron al mundo y el resto del planeta se deshizo en elogios. Fueron los mejores Juegos hasta la fecha, sin boicots políticos y con profesionales como Jordan y su Dream Team.
Y encima la delegación española se sumó a la fiesta con 22 medallas, 13 de ellas de oro, nuestro mejor resultado hasta la fecha. Fue un antes y un después en el deporte español, ya que desde aquel verano nos hemos acostumbrado a ganar, cada vez más, cuando hasta ese momento el éxito de un deportista español era una isla en mitad de un océano.
En 2001 dejó la presidencia del COI, pasó a ser presidente de honor del movimiento olímpico y se erigió como bandera de las candidaturas de Madrid para 2012 y 2016. De hecho, el año pasado, durante la elección de los Juegos Olímpicos de 2016, emocionó al personal con las siguientes palabras: “Tengo 89 años, estoy al final de mi vida y os pido la concesión de los Juegos para mí país”. Sus palabras llevaron a Madrid hasta la final con Río, pero la posibilidad de que un país del tercer mundo acogiera por primera vez unos Juegos Olímpicos, tal y como representó el famoso mapa de Lula, pesó más que los deseos del señor de los anillos. Descanse en paz.
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