Desde 1983, año de mi nacimiento, el Real Zaragoza es el segundo equipo de España que más Copas ha ganado, sólo por detrás del Barcelona y empatado con el Atlético, ambos con cuatro títulos. Así que no me hacen falta gestas como la del Mirandés para reconocer la grandeza de una competición que ayer quedó dignificada por Pablo Infante y compañía, pero quiero aprovechar el tirón para resaltar la magia de un torneo en el que los más humildes pueden destruir galaxias o los más grandes se enfrentan entre sí como si del único título se tratara.
Siempre he dicho que desde que nací estaba predestinado a ser un gran aficionado al fútbol, ya que el 26 de marzo de 1983 tuvo lugar un clásico que impedí ver a todo aquel que atendió a mi madre en el parto. Además, ese mismo año, La Romareda acogió la final de Copa, que la disputaban nada más y nada menos que el Real Madrid y el Barcelona. Y desde estonces esta competición ha dejado en mi memoria recuerdos imborrables: el pésimo arbitraje de Urío Velázquez en la final de 1993, el penalti que transformó Higuera un año después al grito de este año sí, la final entre el Deportivo y el Valencia suspendida por una granizada, ese córner botado por Pantic que supuso el doblete del Atlético, las gestas del Numancia, el Figueres o el Mirandés, el Centenariazo, el Alcorconazo y el Galacticazo, la picardía de Tamudo ante su amigo Toni, Aguado elevándose más alto que cualquier defensa del Celta, ese golazo con sombrero incluido de Mendieta, los cuatro goles de Diego Milito al Real Madrid y el amago de remontada de estos últimos, las calles de la capital de España llenas de zaragocistas o el mismísimo trofeo arrollado por el autobús del conjunto blanco.
Grandes momentos que han sobrevivido al obsoleto formato de Copa existente en España. Siempre he dicho que nuestro espejo debería ser el modelo inglés: eliminatorias a un solo partido en casa del equipo de menor categoría. Así se liberaría el calendario, los partidos ganarían en espectacularidad y las sorpresas se multiplicarían, dando más opciones a los equipos humildes, que a su vez se garantizarían el presupuesto de toda una temporada con el dinero recaudado en taquilla. Pero hasta que impere el sentido común en la Federación y esto se haga realidad deberemos conformarnos con lo que tenemos, que es mucho: gestas como la del Mirandés y eliminatorias entre dos grandes del fútbol mundial como el Real Madrid y el Barcelona. Vayámonos de copas, brindemos por ello y celebrémoslo.
Siempre he dicho que desde que nací estaba predestinado a ser un gran aficionado al fútbol, ya que el 26 de marzo de 1983 tuvo lugar un clásico que impedí ver a todo aquel que atendió a mi madre en el parto. Además, ese mismo año, La Romareda acogió la final de Copa, que la disputaban nada más y nada menos que el Real Madrid y el Barcelona. Y desde estonces esta competición ha dejado en mi memoria recuerdos imborrables: el pésimo arbitraje de Urío Velázquez en la final de 1993, el penalti que transformó Higuera un año después al grito de este año sí, la final entre el Deportivo y el Valencia suspendida por una granizada, ese córner botado por Pantic que supuso el doblete del Atlético, las gestas del Numancia, el Figueres o el Mirandés, el Centenariazo, el Alcorconazo y el Galacticazo, la picardía de Tamudo ante su amigo Toni, Aguado elevándose más alto que cualquier defensa del Celta, ese golazo con sombrero incluido de Mendieta, los cuatro goles de Diego Milito al Real Madrid y el amago de remontada de estos últimos, las calles de la capital de España llenas de zaragocistas o el mismísimo trofeo arrollado por el autobús del conjunto blanco.
Grandes momentos que han sobrevivido al obsoleto formato de Copa existente en España. Siempre he dicho que nuestro espejo debería ser el modelo inglés: eliminatorias a un solo partido en casa del equipo de menor categoría. Así se liberaría el calendario, los partidos ganarían en espectacularidad y las sorpresas se multiplicarían, dando más opciones a los equipos humildes, que a su vez se garantizarían el presupuesto de toda una temporada con el dinero recaudado en taquilla. Pero hasta que impere el sentido común en la Federación y esto se haga realidad deberemos conformarnos con lo que tenemos, que es mucho: gestas como la del Mirandés y eliminatorias entre dos grandes del fútbol mundial como el Real Madrid y el Barcelona. Vayámonos de copas, brindemos por ello y celebrémoslo.
Javi, estaría bien que escribieras sobre la eliminatoria que han disputado el Madrid y el Barça. Desde la época de Mourinho no había visto unos partidos tan disputados y con tantos detalles para destacar, lamentablemente parece que el árbitro ha sido señalado como el máximo responsable de la victoria del Barça.
ResponderEliminarBorja Cantero.
El problema fue que durante los días siguientes tuve que trabajar y no tuve tiempo. A mí me encantó el partido y la eliminatoria me sirvió para reafirmarme como fan de Iniesta (cuánto lo echó de menos el Barcelona en la segunda parte de la vuelta y cuánto lo va a echar de menos hasta que reaparezca) y de Ozil, que cada día va a más (bueno para el Madrid y Alemania, malo para el Barcelona y España). Hasta Kaká está creciendo y Benzemá creo que se ha ganado la titularidad por delante de Higuáin con creces. ¿El árbitro? Fue malísimo, pero para los dos equipos. Y mi último apunte va dirigido a Pepe y Alves: los dos son igual de guarros y cuentistas (esto último casi es más lamentable que lo primero). La virtud de Alves en relación a Pepe es ser más disimulado y ser más consciente de que hay cámaras. Eso sí, él mismo se echó mierda encima al decir que quejarse del árbitro es de perdedores. ¿Acaso él no se pasa todo el partido protestando?
ResponderEliminarJavi,
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en casi todo, salvo en tu comparación final entre alves y pepe. Más que nada porque creo que no hace falta hacerla, pero si quieres mi opinión, alves es un guarro, pero con su actitud no suele perjudicar a su equipo, mientras que Pepe sí.
Borja
Se nota que Ozil va a progresar, creo que hay que aprovecharlo. A ver si se da cuenta mourinho y apuesta por esto, con gente alrededor que se entienda con él, como Kaka y Benzema. Porque en muchos partidos no juegan todos y el equipo lo nota.
Estoy de acuerdo en que Alves no perjudica a su equipo y Pepe sí, pero si en el lado contrario critican a Pepe, también desde el lado opuesto se puede criticar a Alves. Otra cosa es que los madridistas también puedan criticar a Pepe, mientras que los culés no deberían hacerlo con Alves.
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