Una estaca a la memoria de Abraham Lincoln

Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros cumple todas y cada una de las expectativas que uno se crea antes de verla: una historia surrealista tirando a mala para pasar el rato; el típico estreno veraniego cuyas salas se llenan el día del espectador y permanecen medio vacías el resto del tiempo; esa película que uno se descarga de internet para ahorrarse la entrada o el alquiler; aquella cinta que no quedará en nuestra memoria ni nos causará impacto alguno. 

Entre sus mayores virtudes encontramos algún que otro susto contundente en el primer tercio de la película, la presencia de Mary Elizabeth Winstead y el hecho de que en ningún momento se hace lo suficientemente pesada como para ser aburrida y que surjan esos bostezos que subrayan la falta de entretenimiento, pero el guión no está nada trabajado, ya que lo que debería ser imprevisible se hace más que previsible.

Pero lo peor de Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros es el hecho de que los creadores se hayan tomado en serio la película. Esa ausencia de sorpresas, las secuencias de acción a cámara lenta o los extraños poderes sobrenaturales de un ser humano, capaz de luchar contra los vampiros haciendo piruetas inverosímiles o asestando golpes que firmaría la propia Buffy, pasarían algo más desapercibidos si la película se hubiera llevado al extremo del surrealismo y de la parodia en sí misma, al igual que sucede en Los Mercenarios 2. Por desgracia, la obra de Timur Bekmambetov se queda a medio camino y ya sólo nos queda preguntarnos que pensaría Abraham Lincoln si levantara la cabeza.



(Título: Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros; Director: Timur Bekmambetov; Reparto: Benjamin Walker, Mary Elizabeth Winstead, Dominic Cooper, Rufus Sewell, Alan Tudyk, Anthony Mackie, Robin McLeavy, Jimmi Simpson, Jaqueline Fleming y Marton Csokas; Género: Fantástico; Valoración: 4,5)

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