La saga comenzó hace diez años con El Caso Bourne, una película trepidante llena de acción y que sorprendió a los espectadores por su elaborado guión. A ella le sucedieron El Mito de Bourne y El Ultimátum de Bourne, con Matt Damon como protagonista principal de lo que parecía una trilogía. El Legado de Bourne continúa esta fantástica serie de espías con nuevos personajes y una misma trama: la lucha contra el poder de un agente secreto que debe ser eliminado para mantener a salvo los más oscuros secretos de la CIA y otras agencias gubernamentales de los Estados Unidos.
Esta nueva cinta vuelve a plantear el debate sobre la moralidad del brazo ejecutor y aquellos que le dan órdenes, aunque en este caso el protagonista no es Jason Bourne, a pesar de que la película lleva su nombre y es una secuela de las tres anteriores. ¿Cómo convertir lo que a priori puede ser un gran defecto en algo que carezca de importancia para los antiguos y viejos seguidores de Bourne? Creando una trama paralela a la última cinta de Matt Damon y entrelazando ambas historias. Y he de añadir que con gran acierto.
La ausencia de los antiguos personajes, en especial el de Jason Bourne, también se compensa con la presencia de Edward Norton, Rachel Weisz y, sobre todo, Jeremy Renner, que logran conducir la trama con actuaciones más que convincentes. A pesar de ello, El Legado de Bourne pierde cierta identidad y está en un nivel inferior a sus antecesoras: menos giros, menos sorpresas y más persecuciones. Esto último no impide que se trate de una digna continuación de la saga, una película más que entretenida y totalmente recomendable para todo aquel que quiera dejar sus problemas en manos de un agente secreto con habilidades excepcionales.
(Título: El Legado de Bourne; Director: Tony Gilroy; Reparto: Jeremy Renner, Rachel Weisz, Edward Norton, Joan Allen, Albert Finney, Oscar Isaac, Scott Glenn, Stacy Keach y Corey Stoll; Género: Thriller; Valoración: 6,5)
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