Ya ha pasado mucho tiempo desde que España ganara aquel Mundial Sub-20. El rival en aquella final fue Estados Unidos, el mismo que hoy en una final de los Juegos Olímpicos, el mismo que hace cuatro años en Pekín. Quizás el título olímpico es lo único que le falta a esta generación de oro del baloncesto español, una generación que nos ha hecho soñar con vencer al imperio NBA con sus mejores jugadores.
Y no sólo lo ha hecho una vez. Como he mencionado antes, lo ha hecho en dos citas olímpicas consecutivas. Hace cuatro años estuvimos muy cerca hasta el último cuarto y fuimos protagonistas del que llegó a ser considerado el mejor partido de la historia entre selecciones. Y lo pongo en pasado porque a pesar de que el listón estaba demasiado alto, estos jugadores han sido capaces de hacernos creer otra vez.
España se llegó a poner arriba en el tercer cuarto, siempre dio la cara y alcanzó los 100 puntos en una final olímpica ante Estados Unidos, que nos respeta como nunca antes nos habían respetado los mejores jugadores de la mejor liga del mundo. No en vano, desde 2006 hemos ganado un Mundial y dos Europeos y les hemos puesto en jaque en lo que suele ser su oro seguro. Algún día no lo será y el protagonista de sus pesadillas será español porque nos hemos ganado el derecho a soñar.
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